
¿QUÉ PASA CUANDO AYUNAMOS?
En la sociedad moderna, la abundancia de alimentos y los cambios en los hábitos alimenticios han provocado un aumento de los problemas de sobrepeso, un porcentaje increíble de personas que sufren diabetes, enfermedades cardíacas, enfermedades cerebrales, tumores, hígado y otros problemas de salud. Uno de los factores clave que influye en estos problemas es la insulina, una hormona que regula los niveles de azúcar en sangre y el consumo de energía de los alimentos. El ayuno, como práctica millennial, se opone al patrón alimenticio moderno, y la investigación sobre el impacto del ayuno en nuestro cuerpo y nuestra salud revela información sorprendente.
La asociación de la insulina con la ingesta de alimentos
Al comer, absorbemos energía que el cuerpo puede usar para su funcionamiento normal. La insulina desempeña un papel crucial para permitir que el cuerpo utilice esta energía. Después de comer alimentos, especialmente aquellos ricos en carbohidratos, los niveles de azúcar en sangre aumentan rápidamente, lo que provoca un incremento de los niveles de insulina en la sangre. La insulina tiene dos funciones principales: permite al cuerpo utilizar la energía de los alimentos al instante y almacena el exceso de energía para su uso futuro.
Efectos de la insulina en la ingesta de energía
Cuando la insulina está presente en mayor cantidad en el cuerpo, se anima a utilizar la glucosa como principal fuente de energía. Los carbohidratos, que se convierten rápidamente en glucosa, tienen el mayor impacto en el aumento de los niveles de insulina. Por otro lado, las proteínas y las grasas tienen un impacto mucho menor en la secreción de insulina, y las grasas incluso se absorben en grasas sin afectar a la insulina. En presencia de insulina, el cuerpo utiliza la glucosa como su principal fuente de energía. Si comes alimentos ricos en calorías o carbohidratos, el exceso de glucosa y calorías se almacenarán en el hígado y en forma de depósitos de grasa. En otras palabras, esto significa que las enormes cantidades de calorías que consumes en tu dieta diaria provocan aumento de peso y, con el tiempo, el desarrollo de diversas enfermedades.
El hígado puede almacenar unas 400-500 calorías de glucosa, mientras que los depósitos de grasa pueden contener miles de calorías. Así, la glucosa puede almacenarse en el hígado, pero en cantidades limitadas. Una vez que el hígado ha recuperado su capacidad de almacenamiento, la glucosa comienza a depositarse en los depósitos de grasa. La energía en nuestros depósitos de grasa nos permite vivir y tener energía con semanas de antelación. Este tipo de energía es mucho mejor para el funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin embargo, mientras los niveles de insulina aumenten, nuestro cuerpo no buscará la grasa como fuente para el funcionamiento diario. La insulina tiene dos funciones principales. La primera es que actualmente permite al cuerpo utilizar la energía de los alimentos. La insulina en sangre se estimula principalmente con carbohidratos. Se convierten rápidamente en glucosa en el cuerpo y, por tanto, elevan los niveles de azúcar en sangre. La insulina ayuda a que la glucosa entre directamente en las células de nuestro cuerpo. Las proteínas, en cambio, primero se descomponen en piezas más pequeñas llamadas aminoácidos.
El exceso de aminoácidos puede convertirse en glucosa. La proteína no eleva la glucosa en sangre, pero sí puede elevar los niveles de insulina. Las grasas se absorben directamente en ellas y tienen un efecto mínimo sobre la insulina. El proceso que ocurre en el cuerpo mientras comemos (almacenamiento y uso de glucosa) es completamente opuesto al del ayuno. Cuando ayunamos, los niveles de insulina bajan. El cuerpo entonces recibe señales para empezar a usar las grasas almacenadas en nuestro cuerpo como fuente de energía. Aproximadamente en las primeras dieciséis a veinticuatro horas, el cuerpo utiliza la energía almacenada del hígado, tras lo cual comienza a consumir las grasas contenidas en los depósitos de grasa.
El ayuno invierte todo el proceso
Durante el ayuno, el nivel de insulina en el cuerpo disminuye. El cuerpo recibe señales para empezar a usar la grasa almacenada como fuente de energía. En las primeras 16 a 24 horas de ayuno, el cuerpo utiliza la glucosa almacenada del hígado para sus necesidades energéticas. Tras este periodo, cambia al uso de depósitos de grasa para mantener funciones normales. Esto significa que el ayuno cambia el curso del proceso de consumo de energía: cuando comemos, usamos los carbohidratos como fuente principal de energía, mientras que en ayuno cambiamos al uso de grasas. La ingesta excesiva de alimentos y el consumo frecuente de comidas ricas en carbohidratos pueden provocar un aumento constante de la insulina en la sangre. Desafortunadamente, el estilo de vida moderno nos anima a comer comidas frecuentes a lo largo del día, lo que no deja suficiente tiempo para que el cuerpo utilice los depósitos de grasa como fuente de energía.
El ayuno es una forma de romper este círculo vicioso de ingesta excesiva de alimentos malos y procesados y niveles de insulina constantemente elevados. Cuando ayunamos, el cuerpo tiene tiempo para usar la grasa almacenada como fuente de energía, lo que contribuye a la pérdida de peso, mejora la sensibilidad a la insulina y muchos otros beneficios para la salud…